Elísabet Benavent Instagram – Terminar un libro es emocionante. Es un dolor de estómago casi constante (y cortante). Es imaginar el desastre mientras te tomas un café, comes compulsivamente dos galletas que no te apetecen, echas de menos fumar después de seis meses, te sientes una impostora que finge que sabe lo que se hace.
Es emocionarte cuando una escena POR FIN encaja y deprimirte después bajo la sospecha de que has bajado el estándar de calidad.
Terminar una novela es buscarle el alma por todas partes, como un sabueso hambriento y muchas veces no encontrarla. Es mandarle mensajes a tu editora llenos de dudas sobre ti misma, es asumir los cambios que te proponen con alivio, es no encontrar corrector de ojeras capaz de taparlas.
Terminar una novela supone descubrir nuevas arrugas en tu frente y bajo tus ojos, darte cuenta de pronto de que no te lavas el pelo desde hace días, beber tanta agua que dormir del tirón sin tener que levantarse al menos tres veces es una entelequia y vestir como si acabases de llegar de comprar droga.
Terminar una novela supone la ilusión de lo nuevo, el miedo por el futuro, las dudas sobre cómo enfrentar tu próximo libro. Son horas de sueño perdidas, melatonina, valeriana y a veces algo un poco más fuerte, porque en la cabeza gritan monos que lanzan caca y enseñan los dientes.
Terminar una novela es precioso: es demostrarle a tu yo más negativo que sí pudiste hacerlo, que aún tienes cosas que aprender (y eso es tremendamente emocionante), saber que en el año más complicado de tu vida cumpliste plazos, que puedes estar orgullosa de tu compromiso para con tu trabajo… pero también miedo, incertidumbre, suspicacia y duda. Mucha duda.
Tengo el trabajo con el que siempre soñé. Esto no es una queja. Esto es la necesidad visceral de no idealizar la realidad, de no añadir algodón de azúcar sobre cosas que no lo necesitan, de compartir con vosotr@s la vulnerabilidad que todos experimentamos (no importa cuál sea nuestro oficio) para que, después de respirar hondo, todos podamos sentir que no estamos solos, que no somos raros y que no debemos escuchar al gurú que grita a los cuatro vientos que su césped es más verde. | Posted on 06/Mar/2024 16:41:34
Home Actress Elísabet Benavent HD Instagram Photos and Wallpapers April 2024 Elísabet Benavent Instagram - Terminar un libro es emocionante. Es un dolor de estómago casi constante (y cortante). Es imaginar el desastre mientras te tomas un café, comes compulsivamente dos galletas que no te apetecen, echas de menos fumar después de seis meses, te sientes una impostora que finge que sabe lo que se hace.
Es emocionarte cuando una escena POR FIN encaja y deprimirte después bajo la sospecha de que has bajado el estándar de calidad.
Terminar una novela es buscarle el alma por todas partes, como un sabueso hambriento y muchas veces no encontrarla. Es mandarle mensajes a tu editora llenos de dudas sobre ti misma, es asumir los cambios que te proponen con alivio, es no encontrar corrector de ojeras capaz de taparlas.
Terminar una novela supone descubrir nuevas arrugas en tu frente y bajo tus ojos, darte cuenta de pronto de que no te lavas el pelo desde hace días, beber tanta agua que dormir del tirón sin tener que levantarse al menos tres veces es una entelequia y vestir como si acabases de llegar de comprar droga.
Terminar una novela supone la ilusión de lo nuevo, el miedo por el futuro, las dudas sobre cómo enfrentar tu próximo libro. Son horas de sueño perdidas, melatonina, valeriana y a veces algo un poco más fuerte, porque en la cabeza gritan monos que lanzan caca y enseñan los dientes.
Terminar una novela es precioso: es demostrarle a tu yo más negativo que sí pudiste hacerlo, que aún tienes cosas que aprender (y eso es tremendamente emocionante), saber que en el año más complicado de tu vida cumpliste plazos, que puedes estar orgullosa de tu compromiso para con tu trabajo… pero también miedo, incertidumbre, suspicacia y duda. Mucha duda.
Tengo el trabajo con el que siempre soñé. Esto no es una queja. Esto es la necesidad visceral de no idealizar la realidad, de no añadir algodón de azúcar sobre cosas que no lo necesitan, de compartir con vosotr@s la vulnerabilidad que todos experimentamos (no importa cuál sea nuestro oficio) para que, después de respirar hondo, todos podamos sentir que no estamos solos, que no somos raros y que no debemos escuchar al gurú que grita a los cuatro vientos que su césped es más verde.
Elísabet Benavent Instagram – Terminar un libro es emocionante. Es un dolor de estómago casi constante (y cortante). Es imaginar el desastre mientras te tomas un café, comes compulsivamente dos galletas que no te apetecen, echas de menos fumar después de seis meses, te sientes una impostora que finge que sabe lo que se hace. Es emocionarte cuando una escena POR FIN encaja y deprimirte después bajo la sospecha de que has bajado el estándar de calidad. Terminar una novela es buscarle el alma por todas partes, como un sabueso hambriento y muchas veces no encontrarla. Es mandarle mensajes a tu editora llenos de dudas sobre ti misma, es asumir los cambios que te proponen con alivio, es no encontrar corrector de ojeras capaz de taparlas. Terminar una novela supone descubrir nuevas arrugas en tu frente y bajo tus ojos, darte cuenta de pronto de que no te lavas el pelo desde hace días, beber tanta agua que dormir del tirón sin tener que levantarse al menos tres veces es una entelequia y vestir como si acabases de llegar de comprar droga. Terminar una novela supone la ilusión de lo nuevo, el miedo por el futuro, las dudas sobre cómo enfrentar tu próximo libro. Son horas de sueño perdidas, melatonina, valeriana y a veces algo un poco más fuerte, porque en la cabeza gritan monos que lanzan caca y enseñan los dientes. Terminar una novela es precioso: es demostrarle a tu yo más negativo que sí pudiste hacerlo, que aún tienes cosas que aprender (y eso es tremendamente emocionante), saber que en el año más complicado de tu vida cumpliste plazos, que puedes estar orgullosa de tu compromiso para con tu trabajo… pero también miedo, incertidumbre, suspicacia y duda. Mucha duda. Tengo el trabajo con el que siempre soñé. Esto no es una queja. Esto es la necesidad visceral de no idealizar la realidad, de no añadir algodón de azúcar sobre cosas que no lo necesitan, de compartir con vosotr@s la vulnerabilidad que todos experimentamos (no importa cuál sea nuestro oficio) para que, después de respirar hondo, todos podamos sentir que no estamos solos, que no somos raros y que no debemos escuchar al gurú que grita a los cuatro vientos que su césped es más verde.

Check out the latest gallery of Elísabet Benavent



